Casi feliz, al borde casi, o más allá, de la mitad del mundo, casi capaz, llegando casi, o más acá, de la marea plena. Con los zapatos plenos de sargazos, con tres pocos de sol en el bolsillo, con un sabor a sal y azúcar parda, con escaso equipaje y mucho canto, con la humedad del último aguacero, con el verde, el violeta, el amarillo. Con la prudencia del escarmentado, con la tranquilidad y el desatino, con los árboles, los libros y los hijos, con las cuentas saldadas para siempre, con las manos ausentes de limosnas, con la satisfacción y el descontento. Con un mucho de ron y de locuras, con amores perdidos y ganados, con caprichos y fugas y regresos, con la mujer amante y los amigos, con fragmentos de sueños realizados. Con hermanos lejanos y presentes, con Martí, con Rirri, con Sor Juana, con Unicornios, con Yolandas, con Auroras, con Matamoros, con Vivaldis y Adalbertos, con Aconcaguas y Lomas de Campanas. Con el parque de G y los gorriones, con la Calle Enramada y las canciones, con Santiagos, con Gerardos y con Varelas, con Urquijos, con Ramiros y con Chispas, con los mangos bizcochuelos y aceitunas, con mis mares, mis naufragios y mis lunas. Casi feliz, casi capaz,, casi infantil, anciano casi. Con la cachaza de abril del Pan de Azúcar, con el barcito de F y los aseres, con "lo Moreno", "lo Mestre", "lo García", con "el Choco", Ruysdael, la maravilla, con la fealdad, con las hieles y las mieles, y el romerillo insistiendo entre los rieles. Ya de regreso al puerto de partida, con el velamen raído y luminoso, son tan hermosas mis profundas cicatrices y hay tanto amor sin estrenar por dentro que hoy me siento casi feliz, casi feliz, casi feliz pero sin remordimientos. Casi feliz, casi capaz, casi infantil, anciano casi... Casi...