Hay una Diana que se vuelve flecha cuando cazar un sueño necesita. Se adueña de la luz, se precipita y abre en su propio pecho la honda brecha. Sé que es al mismo tiempo tierra y vuelo, que su arco se convierte en horizonte si es un trino el que vaga por el monte; pero vuelve a ser arma si se nubla el cielo. Yo la he visto cazando los colores, volviéndose ella misma lejanía, buscando en los más íntimos temblores en que muere la pieza su alegría. Oh, Diana de la luz, cuántos dolores alimentan el triunfo y la poesía. Oh, Diana de la luz, cuántos dolores alimentan el triunfo y la poesía.