Palotes, tierra virgen, de virtudes, viejo sitio de las noches rechazadas, ignoradas. Palotes, tú que diste solamente por allá, por los tiempos de las nanas, al Don Juan que fue capaz de la aventura, que quiso construirse su destino tal como lo deseaba su capricho. Don Juan de los Palotes abandonó la comarca. Don Juan de los Palotes se marchó sin anunciarlo para no llevarse toda la tristeza de los aires de ventanas de su pueblo. Hizo un hato y en la barra sobre el hombro se ha llevado una amplia sonrisa de años blancos, una espada de palabras espontáneas, un cartucho con noventa girasoles, y unos zapatos nuevos de caminos solitarios fue su carga. Don Juan de los Palotes caminando y caminando, Don Juan de los Palotes ha perdido su sonrisa y en la jungla se embozaron las palabras y el cartucho reventó de mariposas y los zapatos desgastados del camino le volvieron sus pisadas a Palotes nuevamente, viejo sitio hasta el siempre de los siempres, hasta que te salgan llagas negras en los ojos y una hernia en el cerebro te suprima la silueta contemplando el horizonte, solamente contemplando. Don Juan de los Palotes...