El viejo nostalgia cada noche, Con sus botas para siempre marcadas en la piel, Con la sonrisa de la mona lisa, Se dirige hasta el peñasco De donde se divisan Las luces de la ciudad, De su ciudad. El viejo nostalgia cada noche Viaja en su imaginación, Se trepa al rayo de luz, Llega a la ciudad prendida, Corre por los adoquines, Camina parques de ancianos, Atraviesa callejuelas, Y va robando las luces De las ventanas despiertas Para guardarlas en sus bolsillos raídos. Cuando la madrugada Comienza a mojarle el rostro Regresa de nuevo al peñasco, Montado en la paloma suya. El viejo nostalgia regresa a la choza Luego de haber enterrado las luces Que pudo traer, en las montañas oscuras Se echa en su lecho de hierba. Y surge el milagro del alba: Las montañas se encienden de verde. Al viejo nostalgia Ya no le duelen las manos De cargar aquel fusil Mucho más joven que él. Y cuando las luces Comienzan a apagarse Y la noche las silencia, El viejo nostalgia vuelve A su peñasco de siempre Y de nuevo roba a la noche Las luces de la ciudad. Cada mañana, Al producirse el milagro, Todos ignoran al héroe. El viejo nostalgia sonríe Y prefiere callar, Y prefiere callar, Callar.