Boca de trigo, caderas de sal, ojos en sombra color azafrán; yo te recuerdo, corazón de pan, siempre mirándome más. El aire entero temblaba al nacer desde los valles en flor de tu piel; yo ya te amaba y tus ojos de miel decían: te quiero también. Yo me acababa en tus ojos de anís, sol detenido entre Marzo y Abril, luz del otoño naciendo de ti, siempre mirándome así. Besos con hambre una tarde te di para que hundieras tus ojos en mí: pude robártelos y comprendí que tú no estabas allí.