De par en par muy abiertos, cual las puertas del amor, he visto en sueños dos ojos que me causaron pavor. Desde que soñé con ellos les vi ternura y reproche, son mis amigos de día, y son mis huéspedes de noche. Centinelas de mi alma, nunca dejaron de verme, se abren para interrogarme, jamás para responderme. Son de una mujer amable y terrible cuando quiere, que matan cuando acarician y acarician cuando hieren. Como un nene caprichoso, me atraen y me rechazan, y son faros que me guían y carbones que me abrasan. Ojos que son gloria y luto, de mi eterna pesadumbre, que con su fulgor me cieguen y con su sombra me alumbren.