Estás aquí, rondando mi soledad, mi mente; y aunque estoy tratando desesperadamente de no pensar en ti, vuelven tu voz, tus ojos, tocan mi piel, tus manos, y aunque son fantasmas los siento tan humanos, que viven para mí. Es mi tormento un poco menos que locura, es mi tortura un poco menos que morir. Es una culpa que estoy pagando con la vida, un desangrarme sin herida, en un sufrir, sufrir, sufrir. Estás aquí, rondando, te veo andar, sin verte, y llorar, llorando, por la agonía y muerte de tanto, tanto amor. Hoy es mi cruz, la tuya, tal vez peor, más grande; una cruz de angustia que te di, cobarde, y hoy llevo por los dos.