A Pablito le asestaron un mazazo por la espalda cuando les habló el maestro, resabiado, voz opaca: "El mundo lo creo Dios, el río, el hambre y la flor ¿quién creó este pajarillo de tan hermoso color?" "¡Diooos!" le hicieron daño las voces a la estrecha habitación. "¿Y el amor y la mentira y la risa y el dolor?" "¡Tooodo, todo lo creó el buen Dios señor!" Pablito se levantó: Don Eugenio, por favor no sea frívolo y necio, no nos hable así de Dios. Él es santo justo y bueno, además usted no es cura y no explica religión. (La verdad, el tal Eugenio era un cabrón desgraciado, no se debe ser tan crudo con los niños de ocho años.)