Siempre presumías de tener muchas agallas. Decías que lo horrible era mi miedo a vivir, a decir lo que pienso en cada momento. Tu voz sonaba rara en el contestador, "esta vez me he superado a mí mismo" susurró, "he hecho algo horrible … tengo que verte". Solías atragantarte hablando de libertad, decías que eras dueño de toda la ciudad y decías que quien la tocara lo iba a pagar. Que me das de beber de mí, decías que ellas nos querían matar. Quiénes son … dónde están … yo no los puedo ver. Y ahora solo quieres dormir, pero solo oyes la voz que no deja de repetir que solo una rata mataría antes de morir, que solo una rata mataría antes de morir.