No hay más calor, no hay más amor No hay esperanza ni redención Fuego insaciable, hambre infinita El hombre y su orgullo contemplan la muerte del sol Contemplé la noche y no lo quise ver Pero no podía estar equivocado No podía creer, y sin embargo estaba allí Desde el infinito, el ojo de la destrucción Me encerré en la sinrazón Hundido en el silencio Sólo queda en mi interior desolación Mastiqué mi propia lengua Para no hablar más del miedo No hay lugar para la calma En mis sueños sólo hay terror Miseria a mi alrededor El legado de la eternidad Son inútiles los ruegos Sólo muerte envía el cielo Arde el mundo del desprecio Se detiene el universo Oigo el canto del vacío Ya no hay nada que temer La noche se llena de luz Mientras siento que llega el fin Siento que llega el fin