Déjame, tú que me acompañas como una amistad; déjame, tú que eres fantasma de mi soledad; regresar por las mismas calles en que caminé sin tu amor, volver a los cines, a los parques, a las miradas, sin culpa del mundo que pasa a mi lado sin ti. Déjame devolverle al viento lo que le robé. Déjame decir para siempre por última vez. Y regresar sólo con mis buenos días y el adiós regresar. Perderme de vista para siempre de los caminos que juntos hubimos de andar hasta el fin del amor. Después, quizás perdida en las memorias, no habrá quien cuente un día nuestra historia. Pero eso no importa pues todo va al viento. No importa que nadie nos ponga en un cuento si al fin sólo amamos y luego nos vamos. Déjame, tú que eres fantasma de mi soledad: déjame, tú que me acompañas con una amistad; regresar.