Madre, en la puerta hay un Niño, más hermoso que el sol bello, parece que tenga frío, porque viene medio en cueros, parece que tenga frío, porque viene medio en cueros. Pues dile que entre y se calentará, porque en esta tierra porque en esta tierra ya no hay caridad. Entró el Niño y se sentó, hizo que se calentara, le pregunta la patrona: ¿de qué tierra y de qué patria?, le pregunta la patrona: ¿de qué tierra y de qué patria? Mi Madre es del cielo, mi Padre también, yo bajé a la Tierra yo bajé a la Tierra para padecer. Niño, si quieres cenar, se te hará de contado, y te quedarás en casa, como hijo muy estimado, y te quedarás en casa, como hijo muy estimado. Y el Niño responde: Eso no, señora, que tengo una Madre que tengo una Madre que el Cielo la adora. Estando el Niño cenando, las lágrimas se le caen. Dime Niño: ¿por qué lloras? Porque he perdido a mi Madre. Dime Niño: ¿por qué lloras? Porque he perdido a mi Madre. Si usted me dijera donde la encontrara, de rodillas fuera de rodillas fuera hasta que "la hayara". Hazle la cama a este Niño, con cariño y con primor. No me la haga usted, señora, que mi cama es un rincón. No me la haga usted, señora, que mi cama es un rincón. Mi cama es el suelo, desde que nací, y hasta que me muera y hasta que me muera ha de ser así. A la mañana siguiente el Niño se levantó y le dijo a la patrona que se quedará con Dios, y le dijo a la patrona que se quedará con Dios. Que se iba al templo, que aquella es su casa, donde iremos todos donde iremos todos a darle las gracias. Al otro día siguiente estaba el Niño en la puerta, con dos costales de trigo y en la mano una peseta, con dos costales de trigo y en la mano una peseta, diciendo: Señora, tome usted la paga que yo hice anoche que yo hice anoche por la madrugada