Cuando nuestras llamas se comienzan a extinguir Y sentimos nuestros pies cansados Y sin ganas de seguir, Cuando más buscamos un apoyo, una luz, El señor se acerca y nos regala Un madero, una cruz. Nos sentimos abatidos, evitamos escuchar Esa voz que nos invita a caminar, Nos dejamos derrotar, no queremos avanzar, No queremos aún más peso en nuestro andar… “vengan a descansar en mí el cansancio no existirá, Mi yugo deben tomar, mi carga es ligera, no pesará, Deben ser mansos y humildes, aprender de mí, Si se sienten agobiados, vengan a mí.” Pareciera que olvidamos a nuestro señor, Consumidos en rutina, el alma Se hace sorda al amor, Sus palabras son aliento y consolación Para quien confía ciegamente Y se entrega en la oración. Porque no podemos solos y nos cuesta entender Que en cristo todo vuelve a renacer, El dolor cobra sentido, nuestros ojos pueden ver Junto a él un nuevo y bello amanecer… “vengan a descansar…” Nuestras almas no hallarán descanso sin su amor, Escuchemos esa voz que grita con fervor… “vengan a descansar…”