La mano de Dios ya no corre estas praderas, la mano de Dios se olvidó de este rincón y en el cerro blanco se quedan tan solos el alma de un niño y una flor. La mano de Dios se alejó de este costado, el hombre y el niño se miran sin Dios y en el cerro blanco yacen olvidados la ley, la dulzura y el pan del amor. La mano de Dios les dejó la indiferencia; el hambre y el frío muestran su rigor. Si en el cerro blanco se pierde ya la vida, entonces no busques la mano de Dios.