Hay muy cerca de la playa una casita de madera rodeada de unos pinos y envuelta en enredadera. En esa humilde casita que nunca olvidaré sentí el cantar de las olas y la voz del que adoré. Triste fue la despedida aquella tarde de invierno. Se fue en un barco muy grande a cumplir su deber de chileno. Tarde a tarde contemplo rodar las olas en la arena, mas nunca diviso el barco que se llevó mi esperanza.