(Trote) De tus ojitos llorosos al suelo cayeron perlas: ¡con toda fuerza maldigo al causante de tu pena! Aprende a leer en mis ojos lo que con ellos te digo: que yo leo en los tuyos, ay, tu deprecio, mi castigo. Hay quien envidia mi suerte sin saber lo que padezco. No hay perdón para tu engaño ni consuelo a mi tormento. A la pampa yo me voy a buscar la soledad. Negrita, adiós, adiós, no me vengas a buscar, ¡ay, no me vengas a buscar!