Cuando mataron a Lorca, -porque a Lorca lo mataron-, el gendarme molestaba a una moza como campeando un caballo. Cuando mataron a Lorca, -porque a Lorca lo mataron-, sus compatriotas ni la escudilla ni la cuchara olvidaron. -Asesinados a la mierda, Carmen engalanada a la moda con los vivos se abrazaba porque con un muerto no se acostaría. Una conocida gitana por la chozas deambulaba, pena sentía por Lorca a cadáveres la suerte no se acaba. La vida quedose siendo vida, y las muecas del hereje, y los cerdos en su barro amarillo y tras el corpiño, la rosa. -Se quedaron la juventud, la vejez, y los mendigos y los señores, en la tierra todo se quedó, sólo Lorca no se quedó. En una estante polvoriento haciéndose compañía, sin creer la muerte de Lorca, los soldados, Don Quijote. Que sigan gobernando los ignorantes y los falsos adivinadores, pero vives con la esperanza de los juguetes del Hidalgo. -En medio de los souvenires del hampa, levantándose amargamente, mezclados los trozos de espada gritaban: ¿Dónde estás, Lorca? A ti ni el sauce ni el olmo te pasaron por alto porque eres tan inmortal como uno de nosotros, como un Don Quijote. Y cantaron las hierbas del trigo y trompetearon los zorzales que no mataron a Lorca cuando a Lorca lo mataron.