Santa milonguita tenía los ojos Tan grandes y claros Que hacían suspirar Sus labios pecaban De breves y rojos Y era su mirada Color verdemar Ella que fue siempre Festín y alegría Que en juego de copas Se hartó de champán Tuvo un bello arranque De sensiblería Y quiso ser buena Buena como el pan Redimida Por la pasión De un nuevo dueño Mirando el cielo de su vida Encontró más encendida La estrellita de sus sueños Pero un día Cuando el amor más los ataba Golpeó a su puerta rudamente La miseria y crudamente Del amor Los separó