Porque tenés un pisito, allá en la calle Corrientes, y alternás en otro ambiente, no te hagas el compadrito. Para mí vos sos Pepito, el hijo del carbonero, un caradura y manguero, te juro me da tiricia, que me vengas a dar pifia, haciéndote el petitero. Seguí, nomás, por tu mano sin tratar de darme chanta. Si mi derecha te alcanza vas camino al Pirovano. Yo soy del Bajo Belgrano, no quiero ser tu amiguito, ni comer en bulincitos con tipos que tienen resto yo morfo fideo al pesto en la cantina de Pipo. Sé que cambió tu existencia cuando chapaste a esa viuda, una anciana galeruda llenita de tela fresca. No te importó los ochenta abriles de la viejita, te casaste por la guita, si cuando van bien juntitos vos pareces el nietito del brazo de la abuelita. Ya no sos José Barroso, hoy sos Charles Lavalleja, esos dice tu tarjeta que vos mostrás orgulloso. Siempre fuiste espamentoso, seguí haciéndote el pituco, seguí echándole más tuco al raviol de tu pasado, que igual serás más junado, que el bandoneón de Pichuco.