Del club Once Estrellas era el "centrofobal", prometía el pibe ser un Bernabé. Todos los domingos en andas volvía, los goles del triunfo los hacía él. Pero fue en una tarde, fatal esa tarde, en una jugada su pierna quebró y el mejor del cuadro, destino cobarde, en andas al barrio nunca más volvió. Un lindo domingo, un sillón con ruedas, un pibe que espera con mucha ansiedad. Que lindo domingo, y juega su cuadro contra el "Once de Agosto", su eterno rival. Muchachos que pasan, saludan al pibe. El pobre sonríe, quisiera gritar. Se van y, el que fuera mascota del barrio, mirando su pierna se pone a llorar. Vuelven los muchachos con pena en los ojos, el cuadro Once Estrellas su invicto perdió, le dicen al pibe con mucha tristeza, si hubieras jugado no errás ese gol. Y pasado un tiempo, un lindo domingo, el pibe dejaba, por fin, el sillón. Iba a ser de nuevo mascota del barrio, iba a ser de nuevo el gran goleador.