El rio rumbo que canta fue mi maestro primero junto a su espejo viajero crecio indigena mi planta el me puso en la garganta las voces elementales cuando en tardes estivales pasaba verde su canto como un torrente de llanto vertido por los sauzales Azul, de noches serenas, penas de cielos nublados cantos, de cantos rodados rodando por sus arenas; ternuras dichas apenas rebeldias desbordadas subitas luces robadas a los cielos invernales cual si templara puniales en sus entranias heladas Tambien yo templaba un rayo con avaricia febril juntaba estrellas de abril para los versos de mayo mire pasar, de soslayo mis colores alboreros buscaba los verdaderos acordes del sentimiento junto al relincho del viento desflecado en los esteros. Y ambicionaba el arrullo milenario de mi rio para hacer el viaje mio con la musica del suyo cierta noche, en que un cocuyo pitaba en su placidez alce mi canto, y tal vez por orgullo, o por halago, me puse el cielo del pago con estrellas a los pies Y cruce por su picada milagrosa de reflejos y el me ascendio cantos viejos por la sangre iluminada limpia luna, cincelada por su peregrinacion cuajo el primer medallon de mi rastra; y ya en la orilla me encendio la maravilla del lucero en el talon Destino dulce y amargo, de rumoroso sendero, sali armado, caballero del canto y del viaje largo; he dejado sin embargo tan honda raiz en el que aun soy sobre el tiempo, aquel muchacho del mojarrero que hizo un suenio marinero para un barco del papel