Hombre de América, el canto que por ser tuyo, cantamos es parecido a la niebla y también al desamparo. Hombre de América, el canto que por ser tuyo, cantamos, es parecido a la niebla y también al desamparo. Porque las lluvias amargas llenan los aires de llanto; muerte nos tapa la cara vida se ha vuelto el sarcasmo. Quiero tu tierra tranquila. Quiero tu cielo aquietado. Quiero tus campos fecundos y tus desiertos colmados. Hombre del mundo, este canto que por ser nuestro, cantamos, busca una senda y encuentra sólo la sombra de un rastro. Rastro de tierra manchada polvo, ceniza o pedazo de algo que fuera un deseo ya convertido en cansancio.