Llegado el día de la conflagración dantesca Veré tu rostro de angustia gemir, inclemente Tus súplicas resbalarán en mí cual amargos aceites Mientras impávidos mis ojos miran, de dolor, sonrientes Sin paz en tu alma y sin calor en tu aliento Con tu sonrisa desecha entre tóxicos ardores De una oscura declamación, fascinante sufrimiento Que por tus labios ha quemado y al fin a ti ha envuelto Sobre fétidas y ardientes rocas tu cuerpo yace Desgarrase tu piel tortuosamente a cada movimiento Ruegas por piedad gritando con pasión al cielo Que por amor este destino no más en ti se trace De grana intenso por tus ojos fluye con turbio ardor Tu sangre que nace con el miedo y la desesperación Así como tus manos destrozadas y flagelado el cuerpo Que será de ti, que ha dictado tu futuro incierto En este infierno