(Dedicada a la guerrillera argentina Tamara Bunke, alias Tania, caída en el Vado de Puerto Mauricio, Bolivia, el 31 de agosto de 1967) El río al rodar alimenta con rumores mi dolor, veo circular el relámpago en la cruz del temporal. Y en la habitación, donde duerme el frío encima de su piel, siento parpadear la mirada que dejara como adiós. La tormenta va enredando en los maderos su pavor, en la oscuridad el cortejo de la lluvia cruza atroz. Solo y quieto estoy espantando los fantasmas de mi mal, y mi corazón se repliega descifrando su final en la noche que ahora brota de su piel, en sus muertos astros de mirada azul, en las gotas al chocar. Solo, al descubrir las cenizas de la aurora digo adiós y galopo hacia las selvas otra vez abrazado al fusil.