(canción de estrado) Ojos oscuros que clavan El brioso destello Querido y mortal. Boca que amándome quema Como un fuego fatuo Sin dejar señal. Y sus despedidas Que un día pudieran decir El adiós fatal. Otra vez la fiesta de la vida Vuelve a tocar mi terco corazón Y olvidando antiguas agonías Me entrego en cuerpo y alma a su calor. Apenas sé del día suspendido en el cenit, Las furias de la noche llevo en mí, Y siento la existencia crepitar bajo mi piel Porque es feroz La suavidad Del fuego cruel. Pero sé que todas las palabras No han de amarrar las vidas de los dos: Puedo ver los barcos en la noche Partir buscando el clima del adiós. Pues bien, así se irá, Secretamente, sin dolor, Y nadie habrá sabido que existió. Mas cuando crezca ardiendo la ilusión De que aún está Mi mano a tientas, Como un ciego, Buscará.