Era un bar solitario en las calles del centro Ella miraba el humo de un té con hierbabuena Yo quería vivir lo que había en sus ojos: vuelos de un ave nómada o de un barco de vela. Tengo un mundo sagrado, sonriendo me dijo reino de las palabras de un lenguaje olvidado donde la tarde bebe el zumo de las moras y el silencio se limpia cuando cantan los pájaros. Mundo real Ella era dueña de un reino Mundo real Ella era dueña de un reino mágico y real. Tengo un reino sagrado para darte, decía, como doy el rumor sencillo de los astros. No te preocupes de nada más, la alegría es lo que más merecemos y más necesitamos. Luego me dijo adiós y se fue y esa tarde no caían gotas de tristeza en los cristales, sino estrellas diminutas y cohetes alegres sobre los paraguas de la gente asombrada. Mundo real Ella era dueña de un reino Mundo real Ella era dueña de un reino mágico y real.