Cuando te me fui a acercar ¡poh! tropecé, y cuando ya te fui a hablar estornudé. Alguien pasó por detrás y me empujó. Yo te traía una flor, se me cayó. Pero me queda mi canción -aun así me queda mi canción- a pesar de mi mala suerte. Y esa es una buena razón -una magnífica razón- para estar vivo simplemente. Para sentir, para soñar y amar. Y te canté una canción, me equivoqué. Creí que te iba a gustar, desafiné. Pero me queda corazón -aun así me queda corazón- a pesar de mi mala suerte. Y esa es una buena razón -una magnífica razón- para estar vivo simplemente. Para sentir, para soñar y amar. Quise seguir la canción, se me olvidó: lalaralelo lolá…