Nacha Guevara

La Java De Las Bombas Atómicas

Nacha Guevara


Mi tío era un ladronzuelo 
que tenía el hobbie 
de fabricar bombas. 
Aunque era un tanto analfabeto 
se las ingeniaba 

y las hacía redondas. 
Se encerraba todo el día 
en su tallercito 
a ver qué le salía. 
Y a la noche cuando regresaba, 
nientras se afeitaba, 
así nos relataba: 

Para decirles la verdad 
hacer las bombas "A" 
es un juego de niños. 
Hacerlas explotar 
se hace sin pensar, 
me lleva apenas seis semanas. 
En cuanto a las bombas "Napalm", 
si he de decir verdad, 
son las que me atormentan, 
porque no alcanzan más 
que un radio de acción 
de cuatro metros con cincuenta. 
Hay algo que no anda bien. 
Volveré para el taller. 

Dedicó toda su vida 
y su sabiduría 
a tal experimento. 
Ni su madre, cuando puso 
cohetes en su cama, 
pudo distraerlo. 
Hasta el día en que probaba 
si un tornillo andaba 
y le explotó en la cara 
y, cubierto por las gasas, 
tomando tisanas, 
así se lamentaba: 

A medida que envejezco 
yo me avivo más 
que mi cerebro falla. 
Si he de decirles la verdad 
yo que en lugar de sesos 
tengo salsa blanca. 
Tanto tiempo que he perdido 
queriendo extender 
el radio de mi bomba 
sin haberme dado cuenta 
que lo que interesa 
es dónde se coloca. 
Hay algo que no anda bien. 
Volveré para el taller. 

El día en que se enteraron 
los Jefes de Estado 
fueron de visita. 
Y el tío se lamentaba 
de que su inventiva 
fuera tan chiquita. 
Enseguida que entraron 
él cerró la puerta 
y les dijo "Cuidado!" 
y cuando la bomba explotó 
de esos personajes 
ni sombra quedó. 

Mi tío frente al resultado 
y sin desanimarse 
se hizo bien el burro. 
Mas luego, frente al tribunal, 
al ser interrogado, 
se-se puso tartamudo: 
"Señores, a decir verdad, 
fue por casualidad 
que yo metí la pata. 
Mas juro ante dios 
que amasijándolos 
he servido a la Patria". 

El Jurado lo entendió, 
primero le condenó 
y después le absolvió. 
La población, en agradecimiento, 
instantáneamente 
le hizo un monumento