Déjame, Señor, caer caminando en tus caminos, déjame ir tras de ti aunque de ti no sea digno. Por el polvo de tus campos déjame ensuciar mi piel, quiero embarrarme contigo antes que del mundo ser. Déjame vivir contigo, siguiéndote hasta el final, aunque en la meta no encuentre el premio de ver tu Faz. El tiempo no habré perdido aunque no te pueda ver, que, aunque lejos, quiero verte y, aún si verte, gozaré. No me importa caer si caigo a tus pies, no me importa perderme si me pierdo en tus caminos, no me importa condenarme por pisar muy mal tu huella, no me importa perderte por malbeber tu vino, No me importa la condena ni el rechazo de mi amigo, ni el juicio de la gente de que siempre te engañé. No me importa, no me importa, si a pesar de todo... vivo loco, ciego o mal caído ... pero detrás de tu fe.