(recitado) Lloró el malevo esa noche sobre el piso de cemento y un gesto imponente y fiero en su cara se pintó. Tomó la pluma con rabia, mientras ahogaba un lamento a su madre inolvidable esta carta le escribió: (cantado) Vieja: Una duda cruel me aqueja y es más fuerte que esta reja que me sirve de prisión. No es que me amargue la tristeza de mi encierro y tirado corno perro arrumbao en un rincón quiero, que me diga con franqueza si es verdad que de mi pieza se hizo dueño otro varón. Diga, madre, si es cierto que la infame abusando que estoy preso me ha engañao... Y si es cierto que al pebete lo han dejao en la casa de los pibes sin hogar... Si así fuera... ¡Malhaya con la ingrata!... Algún día he de salir y entonces, vieja, se lo juro por la cruz que hice en la reja que esa deuda con mi daga he de cobrar. Vieja: Vos que nunca me mentiste, vos que todo me lo diste, no me tengas compasión que, aunque me duela, la verdad quiero saberla... No es el miedo de perderla ni es el miedo a la traición. Pero, cuando pienso en el pebete siento que se me hace un siete donde tengo el corazón.