Viene haciendo batifondo y orondo, por el acordeón caminando, lastima un pregón -gritando- para que lo oigan del fondo... -¡Naranja, la paraguaya! -¡Qué sabor la mandarina! -¡Asome al balcón, vecina! -¡Párese... no se me vaya que por venderle, malhaya, vuelvo a su callejón!... ¡Usa una faja café, que el pantalón sujeta!... Camina flameándole, su pañolón violeta... ¡Mozo de la zapatilla bordada con corazón!... Es un pregón de la orilla que va limando su son cordial... ¡Como un gorrión del arrabal!... Tiene untada la melena -morena- con un perfume barato. Y aunque es mozo de buen trato grita en el cordón su pena... Para que lo oigan, barrena con su voz la calle. Y trata de olvidar aquella ingrata que llevó un pregón ajeno. Y que le dejó un veneno sobre su corazón.