Tus pies calzan los huesos en la vertiente de la dualidad nuestra venerable madre diosa de la vida y la muerte. La de la falda de serpientes madre del viajero del sur calmaré la sed de sacrificios sangre que escurre en tu piel. Enséñame tus dos rostros Tonatzin, nuestra señora. La fertilidad se compenetra en tu vientre las estrellas te buscan con desesperación rostro descarnado, rostro de serpientes en la boca del inframundo se grita tu nombre. En polvo nos transformaremos para volver a tu vientre inmaculado tus cuatrocientos hijos pedían tu sangre madre del sol y de la luna. A ti he de entregar mis plegarias en tu pecho nacen los ríos en tu ombligo desemboca el misterio el orgasmo fértil de tu virginidad. Lagrimas del cielo te lavan La semilla incrustada en tu piel insaciable devoradora de la vida divino parto del día y la noche.