Desde ahora me agarraré a las faldas de aquel alto ciprés Que de raíz me arrancó con su grácil estatura No es necesario vino ni juglar, abre tu velo Que el fuego de tu rostro me hace bailar como la ruda No hay rostro que espejo de la suerte pueda ser en la alcoba nupcial Excepto el rostro frotado con pezuña de caballo bayo Dije: Peno por ti y claramente enunciaré este secreto ¿Qué hacer?, ¿cuánto?, ¿hasta cuándo? Mi paciencia ha llegado a su término No mates a mi ciervo de almizcle, oh cazador Avergüénzate de aquel ojo negro y no lo ates con lazos Terrenal soy: Desde este umbral elevarme no puedo ¿Cómo besar el labio de aquel alto palacio? Otra cosa que tu bucle el corazón enamorado no desea ¡Ay de este corazón que ni de cien escritos consejos acepta! Deja tu corazón, Hafez, en aquel negro bucle almizclado Es preferible que el que está loco permanezca atado