Hay almas que tienen azules luceros Mañanas marchitas entre hojas del tiempo Y castos rincones que guardan un viejo Rumor de nostalgias y sueños Otras almas tienen dolientes espectros de pasiones Frutas con gusanos. Ecos de una voz quemada Que viene de lejos como una corriente de sombra Recuerdos vacíos de llanto y migajas de besos Mi alma está madura hace mucho tiempo Y se desmorona turbia de misterio Piedras juveniles roídas de ensueño Caen sobre las aguas de mis pensamientos Cada piedra dice: ¡Dios está muy lejos!