Desengañada vas por la vida; abandonada y el alma herida. Y hay en tu mirada un triste desencanto, que con mi canto yo he de borrar. Tu alma pide amor y en el fondo de él encontró dolor y amargura cruel. Y como una flor te has de marchitar sin otro consuelo que llorar. Suavemente, suavemente, como canta el ruiseñor, yo quisiera saber cantar el poema de tu dolor; y en tus labios poder calmar esta sed de profundo amor que sentí palpitar cuando vi de tus ojos oscuros la luz brillar.