La luna trajo en ancas de su corcel oscuro La dulce melodía de un lírico violín Y el alma de sus quejas trajeron al conjuro Las notas apenadas de un valse de chopin. Yo estoy solo en la angustia de mi jardín de invierno, No tengo más amigos que el viento, y el dolor De estar sufriendo siempre con el recuerdo eterno De una muchacha hermosa que me llenó de amor. Los rubios bucles de sus cabellos, Los ojos grandes, color de mar, Que iluminaron con sus destellos La vieja cuita de mi cantar. Esos tesoros fueron tan míos Que dios, celoso, me los robó, Y hoy vago solo con el hastío De esa tragedia que me quedó. Yo busco en mis jardines el eco de sus besos, Presiento en las estrellas sus ojos verdemar, Y el viento me parece la tumba de sus rezos Que trae de allá lejos un lánguido cantar... La noche es un sollozo gimiendo entre la sombra Con la melancolía del místico violín Y escucho entre la niebla su voz que aún me nombra Llorando en las nostalgias del valse de chopin.