No recibió la herencia del cuchillo y con la droga reemplazó al coraje. Se enroló en el moderno malevaje de inconscientes con dedo en el gatillo. Lo trataba a su padre de "masoca" porque supo ser siempre un laburante, mientras él era sólo un delirante que pensaba en tener "la mosca loca". Pero un mal día se escurrió la suerte y boca abajo lo escrachó la muerte vestido de polera y metralleta. Es la historia de siempre, se me antoja. Que al que cruza el destino con luz roja, no le falta quien le haga la boleta.