Fue en el sauzal del estero, donde una tarde busqué, borrar con tus rojos labios, aquellos hondos agravios, de la otra que se fue. Y en esa tarde de Enero, junto a tu cuerpo hecho flor, te canté todo mi amor, bajo el divino frescor, de los sauces del estero. (Bis) Tú con los ojos lejanos, llenos de pena y dolor, en alas de una quimera, te asomabas a la vera, del camino de mi amor. Y al dejar que te mintiera, fingiéndote mi pasión, no quiso tu corazón, por no matar la ilusión, de un capullo en primavera. (Bis)