Mi abuelo santiagueño Un mandolín tenía Tocaba bajo el tala Cuando la tarde caída Me sentaba junto a él a la oración para escuchar Al zorzal hacía cantar con su sentido instrumento Mi abuelo santiagueño, un mandolín tenía Lo acompañaba el crespín posado arriba del vinar Se paraba el canto del coyúyo para escucharlo Mi corazón retoza de alegría al recordarlo Bohemío y guitarrero No conocía descanso Su alma limpia y pura Su corazón un quebracho Con melodías sembró el patio que tanto adoró Florecieron las canciones que le llegaron al alma Mi abuelo santiagueño, un mandolín tenía Dios quiera que alguna vez quisiera verlo regresar Yo con él sabía tocar bajo el tala florecido Al mandolín lo guardo como un recuerdo querido