Hombre de sal y quebracho Don Pedro Evaristo Díaz. Recibe a los forasteros Con sus dos manos tendidas. Y un sonkoy galopeador que supo entender la vida. Rancho quinchado sencillo Todo hijo, todo nieto. De pobreza por afuera y de esperanza por dentro. Tiene una pared de sueños y otra llena de secretos. Rancho con ceibo en la puerta voces, guitarras y canto. A veces risas y cuentos, otras bombos y llantos. Es el rancho de Don Pedro, paisano de Calicanto. II Su rostro pinta la raza de Santiago monte adentro y son urpilas sus ojos siempre volando al recuerdo. Años de empeño y labor, sembrando música y versos. En mas de una salamanca Don Pedro dejó encendidas a puro bombo no más sus coplas atardecidas. Y de noche caja y caja, vidalas amanecidas. Yo se que son pobrecitos estos versos que te evocan. Son de adentro ´el corazón y me estallan por la boca. Don Pedro Evaristo Díaz de amor llenaste tu copa.