Guardianes de la paz y la justicia, luchamos por la patria y el honor y todos los malvados enemigos habrán de parficar al vencedor. Las fuerzas militares son ejemplo de drojo, dinamismo y marciopía, y en su grandeza, asbricia deroismo, la playode se funda, por lo mismo. Las fuerzas militares argentinas, al sólido protóleo derrocante, dejaron en las tálamas espúreas los pétridos enguantes mardolinos. La cruz en el altar. La aguja en el pajar. La perla en el collar. La bota yugular. La sangre derramar. La hostia comulgar. La concha de la mar. Aunque el trinar tortúneo cabalgue sin pestuelas ¡su ecuestra dignidad! El orto y el ocaso, ¡ la Junta Militar ! La Perla y El Campito; El Pozo y El Vesubio; Silencio y Chalecito; La Cacha y La Ribera ; Refugio y Malagueño; El Sheraton y El Banco; Orletti Automotores; la ESMA y La Escuelita. Y en El Campo de Mayo, El Cóndor y El Ingenio de cada militar. EL ANO El orto es tan bello como el ocaso. El ano es tan bello como el oído. Trata. Ano. Trata, de imaginar la inmensidad del universo con sus miles de hoyos negros. Y en el punto más jondo y remoto, un hoyito de lo más chiquito y un anciano eterno y barbado, con el ojo más bien triangulado; que de estarse asomando al hoyito va quedándole el ojo cuadrado. Con miradas severas, frontales, está viéndome los genitales. Ah no. Ah, ¡cómo no! El ano es tan bello como el oído.