Siempre dando tumbos sin buscar la dirección. Con el pulso débil aguanta peso el perdedor. Nunca escucha los disparos vive demasiado lejos. Ni una marca en la pared, ninguna prueba de su piel. Agujero falso donde empieza su ambición. La palmada fría y bajo manga su valor. En la punta de su lanza recalienta su veneno. La embestida por detrás siempre suele resultar. No hay nada mejor que estar siempre delante, no hay nada mejor que ser buen trepador. Son las marcas de sus brazos invisibles al espejo. De la cabeza a los pies, la misma línea en el cerebro. Llegará, se venderá, elegido con el dedo. Vendrá, llegará, a golpe frío, seco y duro. No hay nada mejor que estar siempre delante, no hay nada mejor que ser buen trepador.