Mi piel, una frontera infranqueable ni a fuego y hierro. La necesidad de enviar mi dignidad al fondo del pozo en favor de la mentira. Un oscuro mareo un día tras otro hasta olvidar completamente quién soy. Cuando probé la caricia de la bestia me sumergí totalmente en la bañera del dolor. Un muñeco vudú de carne y hueso para propagar la maldición del miedo. Explicar todo sin argumentos mientras te conviertes en el amigo de tu enemigo. No hay nada más cuando se apaga la luz los muertos no cuentan cuentos porque los muertos no cuentan cuentos.