Mis manos nacieron ciegas y acunan sus locos sueños. No saben que no se puede tocar con ellas el cielo. Por eso golpearon puertas que a mis golpes no se abrieron. Ella ya estaba lejana y yo fui un mendigo ciego. Mis manos fueron dos llamas y solas se consumieron porque ella fue indiferente como una estatua de hielo. Por eso las tengo ahora como si fueran de yeso, dos manos desesperadas, aferradas a un recuerdo. ¡Ay, cómo se equivocaron las ciegas manos que tengo! Mis manos puse en las manos de un amigo y tuve miedo. No fueron manos leales, se cumplió el presentimiento. La vez que se hicieron puño fueron dos puños de acero y me golpearon el rostro por no golpear rostro ajeno. ¡Ay, cómo se equivocaron las ciegas manos que tengo! Soldado del infortunio llevo un brazalete negro. ¡Se llevaron a mi madre y ellas no la detuvieron! Fue el error más lamentable que mis manos cometieron... Ayudaron a llevarla... ¡Nunca sabrán lo que han hecho! ¡Ay, cómo se equivocaron las ciegas manos que tengo!