¡Pobre viejecita, que llorando está por la mala hija que no volverá!... Huyó de su lado tras un falso amor y hoy la pobre madre muere de dolor... Viejecita buena, deja de llorar; que la que se ha ido ha de retornar... Por la misma puerta por donde salió ha de entrar un día a pedirte perdón. Añora esos días de felicidad, muy cerca de aquella que nunca vendrá; cuando la besaba con todo su amor y la acariciaba con loco fervor. Y los días pasados en el dulce hogar junto a la que un día la pudo dejar sin ver de que al irse tras de aquel querer destrozó la vida a quien le dio el ser. Y una triste tarde, muy cansada ya de esperar en vano la que no vendrá, cerró aquellos ojos, dejó de llorar, y al cielo la pobre se fue a descansar... Y la santa madre, que tanto esperó la vuelta de aquella que nunca volvió, en su pobre lecho, antes de morir, a tan mala hija supo bendecir.