Tan amargo dolor me causo tu maldad que lo que yo sentí no lo comprenderás. Y hoy sólo encuentro una calma a mi profundo pesar emborrachándome el alma para poderte olvidar. Me has hecho sufrir, ingrata mujer, ¿y cuál fue el motivo de tu proceder?... Decime el porqué. Si no me querías, por qué me mentiste y por qué estuviste engañándome. Si yo nunca, nunca, te he dado motivo que fueras conmigo tan falsa y tan cruel. Fue tu desengaño que mató mi vida, dejando una herida que no cerrará. Y, aunque me engañaste, no te guardo encono y yo te perdono en vez de matar. Quizás otro te hará lo que me hiciste a mí y así comprenderás todo lo que sufrí. Para saber estas cosas no hay otra cosa mejor que sufrir en carne propia un desengaño de amor.