Es perfumada y radiante su figura, es mañanita que ilumina el sol, bella y altiva como una sultana y reina siempre en su jardín de amor. Cuando la vi, soberbia de belleza, sentí por ella una veneración y la adoré, sin saber que yo por ella iría a hacer un tremendo papelón... De noche en el invierno, en la esquina parado, temblando me pasaba tres horas de plantón y mientras tanto ella con unas amiguitas, mirando se reía, detrás de su balcón... De mi memoria trato de apartarla pero me sigue como una obsesión. Porque recuerdo las noches aquellas, que me juraba un eterno amor... Y yo que entonces todo eso creía en su inocencia y en su gran candor, sin darme cuenta que como un gran otario estaba haciendo un tremendo papelón. Y yo que le escribía, cartitas perfumadas y la adoraba loco con toda mi pasión... Y mientras tanto ella con unas amiguitas mirando se reía detrás de su balcón...