Al caballo que no tuve yo le llamaba distancia pero distancias hallé y ahí mi caballo no andaba entonces yo comprendí que se llamaba esperanza fiero pa´ hallarlo en el campo caballito de la nada. Yo mismo le hice recáu con cueros de mi nostalgia y unos estribos de nuncas y un cojinillo de lágrimas. en un clavo en la pared tenía colgada una manta que la tejí de ilusiones y bordabas de palabras las veces que me tapé con aquella vieja manta. Cada invierno fue una rosa que el tiempo me regalaba recogí el sol de la escarcha reflejáu en la mañana y lo até a los cuatro vientos de mi imaginada manta pa´ que luciera orgulloso mi caballito esperanza. Pal caballo que no tuve, macetié guasca por guasca del cuerro de un ventarrón de esos que no tiene alma. Con la argolla que el rocío le hace a la luna temprana hice un lazo livianito como pa´ apialar un ánima. El cabresto y el bozal se los quité a una calandria porque soñé que a mi flete con un silbo le sobraba me hice un rebenque de trébol con iniciales de plata que saqué de un arroyito entre piedritas de nácar todo pa´ que mi caballo no ande mezquinando alzada y hasta he cortao una flor pa´ ponerle como marca. Pero pasaron los año, y nunca llegó esperanza caballito que no tuve, ya no importa tu tardanza las pilcha, las pilcha las regalé y ya no me queda nada a quién le pongo un racáu con cojinillo de lágrima y una manta de ilusiones y bordada de palabras esas misma que no tuve pa´ defenderte esperanza cuando andabas a lo lejos y te llamaba distancia y hoy, y hoy que ya te recorrí, no me ha servido de nada si hasta te usé pa´ morir desde adentro de mi alma por tener un corazón y por llamarte esperanza.