El día que yo me muera el tiempo que me tocó se quedará vigilando que naides robe mi voz nadie puede usar lo ajeno sin el permiso de Dios, la mente pone la idea pero manda el corazón. Todo el que ocupa un espacio en él se perpetuará, ni el recuerdo ni el olvido podrá ocupar su lugar. Tal vez caiga en un abismo inmenso de soledad pero no hay pena que dure más de lo que ha durar. En tiempo de soledad es cuando el alma no da más el paso más cuiquitito puede ayudar a empujar solo el viento empuja al viento y cualquier rumbo es igual hay quien lo vive imitando, pero hay quien sabe ande va.