Ayer he pasado por la calle aquella donde un día hicimos un nido de amor. Antes que en tu noche brillara otra estrella y brotaran alas en tu corazón. Todo está lo mismo... La vieja casita de los limoneros junto al hueco aquel, donde por las tardes una calesita canta dando vueltas como un cascabel. Alma de la calesita que vuelca en el arrabal la fuente de agua bendita de una noria musical. Yo quiero como el cansino caballo del carrusel, dar vueltas a mi destino al ruido de un cascabel. Y al sonar alegre de esa musiquita reviví una hora de mi juventud. Mis juego de niño... Tu primera cita... Los días sin sombras... Las noches sin luz... Pero en esa hora fuiste otra vez mía por el sortilegio de la evocación. ¡Triste del que nunca sintió la armonía de unas calesitas en su corazón!...